Una misión de vida, una misión de amor

Sin duda, hay decisiones trascendentales en nuestras vidas, decisiones que querámoslo o no, impactan a otras personas.

Una de esas decisiones es la de la paternidad y quienes hemos optado por ser papás, podemos contar un sin fin de variadas razones y situaciones que nos llevaron a asumir esta maravillosa responsabilidad, pero sin duda, todos coincidiremos en que esa decisión se ha convertido en una gran misión, misma que para ser cumplida demanda de mucho más que voluntad, requiere de grandes dosis de Amor.

Alguien muy sabio, alguna vez dijo que existe una gran diferencia entre ser un padre bueno/madre buena y ser un buen padre/buena madre.

Ambos tipos de padres sin duda cumplen una misión, la diferencia estriba en que, es más fácil ser un padre bueno / madre buena, pues para cumplir con su misión sólo requiere de una voluntad débil y en cambio, un buen padre / buena madre, requerirá de voluntad firme, pensamientos claros y congruentes con su actuar, pero además requerirá de todo el amor del que es capaz como padre o madre, para trascender influyendo positivamente en sus hijos y darles la oportunidad de una vida mejor, porque les están formando como buenas personas para ellos mismos y para la sociedad.

Papá, mamá; vive de tal manera que cuando tu hijo piense en lealtad, honestidad, integridad, justicia, respeto, trabajo, fidelidad, servicio, caridad, apoyo, confianza, presencia y amor vengan a su mente las personas que más le aman, sus padres.

Optemos por cumplir nuestra misión de vida con amor, ello fortalecerá los lazos de nuestra familia, de nuestra comunidad Washington y de nuestra sociedad. Ser padre o madre es una labor difícil pero con dándole la atención, afecto y compresión a nuestros hijos de manera correcta podrán crecer y ser buenas personas en el sentido humano en algún futuro.