La gratitud es mucho más que un simple acto de cortesía, implica reconocer y valorar diferentes aspectos de la vida.
Por motivos de supervivencia, nuestros cerebros están diseñados para prestar mayor atención a las experiencias negativas, ya que pueden representar un peligro. Esa tendencia nos ha hecho sobrevivir como especie y no se pretende hacerla desaparecer, sino ampliarla hacia aspectos positivos.
Cultivar la gratitud de forma intencionada y constante implica tomarse un pequeño momento para reflexionar lo afortunados que somos. La gratitud se considera una virtud en casi todas las culturas y lo mejor de todo es que puede ser aprendida y cultivada.
1. Poniendo atención al momento presente:
Dándonos cuenta de los pequeños regalos que la vida nos hace a diario, y que a veces damos por sentado (tener una familia, amigos, un empleo, la oportunidad de ir a mi escuela, un lugar para vivir, conocer y convivir con otras personas). Cuando apreciamos lo que tenemos disminuye la probabilidad de fijarnos en lo que otros tienen y compararnos.
2. Haciendo un diario de agradecimiento:
Escribiendo cada día todas las cosas buenas que nos han pasado, por pequeñas que parezcan. Esto ayuda a crea el habito de que nuestra atención se centre mas en lo positivo. A la hora de la cena o antes de irse a la cama, un ejercicio puede ser platicar con los hijos y pregúntales tres cosas del día por las que están agradecidos, lo que ademas podría beneficiar el ciclo del sueno al reducir pensamientos negativos.
3. Expresando gratitud con otras personas:
Podemos escribir una carta a una persona hacia la que nos sentimos agradecidos, sin necesidad de enviarla, aunque dársela puede aumentar los efectos positivos. Poniendo atención y valorando lo que otras personas han hecho por nosotros aumenta la posibilidad de seguir su ejemplo y de transmitirlo.
4. Saliendo del habito de la queja continua
Incluso los momentos difíciles son una oportunidad para agradecer que las cosas no sean peores, la ayuda recibida o el aprendizaje obtenido.
5. Centrándonos en lo que todavía existe y funciona:
En las opciones, recursos disponibles, y en la oportunidad que se esconde tras una perdida, fracaso o cualquier otra experiencia.
Se acerca el periodo de vacaciones, una buena oportunidad para practicar la gratitud mientras se refuerza la convivencia y los lazos familiares. Le proponemos ejercitarla centrándonos en el presente, apreciando nuestra vida como es, para transformar en positivo nuestra forma de pensar. Pensar con gratitud ayuda a disfrutar las experiencias de la vida.
Recuerden que la mejor manera de enseñar y transmitir algo es con el ejemplo, si en la casa y en la escuela dedicamos unos minutos para prestar atención a los pequeños regalos que hay en nuestra vida, formaremos seres humanos agradecidos, comprometidos consigo mismos y con los demás.